Ahora, un estudio internacional revela que el uso del roller crimper para crear una capa de residuos
vegetales en la superficie de cultivo pone sin perturbar el suelo contribuye a mejorar el rendimiento de los
cultivos agro ecológicos, reduce el impacto ambiental y protege la biodiversidad en el medio natural.
Publicado en la revista Journal of Applied Ecology, el artículo está coordinado por el catedrático Francesc
Xavier Sans, jefe del Grupo de Investigación de Ecología de los Sistemas Agrícolas-Agroecología,
miembro de la Facultad de Biología y director del Instituto de Investigación de la Biodiversidad (IRBio)
de la UB. Este trabajo multidisciplinar analiza por primera vez el impacto agronómico, ecológico y
ambiental de la incorporación de esta innovación tecnológica a la gestión de los sistemas hortícolas
ecológicos europeos, a fin de hacer frente a los retos ambientales y agronómicos de la actividad agrícola y
ofrecer propuestas innovadoras para el sector, así como para gestores y responsables políticos.
El trabajo, cuyo primer autor es el experto David Navarro-Miró (UB-IRBio), revisa los resultados
alcanzados por quince grupos de investigación en once experimentos desarrollados en sistemas hortícolas
ecológicos en el marco del proyecto SoilVeg, financiado por el programa ERA-Net CORE Organic Plus
de la Unión Europea. En este estudio de meta análisis también destaca la contribución del profesor José
Manuel Blanco Moreno (UB-IRBio) en la gestión de la base de datos y el análisis estadístico.
El actual modelo agroalimentario se basa en la producción agrícola y ganadera intensiva para responder
a la creciente demanda de la población mundial. Este modelo de explotación de recursos ha degradado
progresivamente el medio natural, lo que ha provocado pérdida de biodiversidad, deterioro de los
hábitats, erosión de los suelos y contaminación de los ríos y aguas subterráneas por fertilizantes y
agroquímicos.
«El progresivo aumento de la superficie agrícola gestionada según los principios de la agricultura
ecológica es una estrategia que tiene como objetivo mejorar la calidad de los suelos y disminuir el
impacto ambiental de la producción agrícola. Sin embargo, el aumento del mercado ecológico mundial ha
creado un nuevo nicho rentable, que ha atraído la atención de actores que siguen el actual modelo agro
alimentario convencional», detalla Francesc Xavier Sans, miembro del Departamento de Biología
Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB.
«La llamada convencionalización de los sistemas agrícolas ecológicos —continúa—, que se basa en el
uso intensivo de energía, la alta perturbación del suelo y la aplicación de productos externos a la
explotación para fertilizar y proteger los cultivos, ha comportado la intensificación y especialización de la
producción ecológica. Por eso, varios estudios han llegado a cuestionar sus beneficios ambientales y su
viabilidad agronómica».
Retos agronómicos y ambientales en la agricultura ecológica
Los cultivos hortícolas son los que requieren mayor consumo de energía, aportación de agroquímicos y
necesidades de riego para asegurar su rendimiento económico. Este modelo de gestión excesivamente
intensiva ha provocado diversos problemas medioambientales debidos al elevado consumo de recursos no
renovables y la lixiviación de nutrientes. Asimismo, ha ocasionado efectos nocivos en la salud por la
presencia de residuos de pesticidas.
El nuevo trabajo del Grupo de Investigación de Ecología de los Sistemas Agrícolas-Agroecología analiza
los beneficios de aplicar la técnica del roller crimper en la agricultura ecológica para formar una densa
capa de material vegetal muerto (acolchado) conectado al suelo por las raíces.
«En comparación con otras estrategias —por ejemplo, el uso de los abonos verdes—, el roller crimper
contribuye a mejorar la gestión de los cultivos —menos abundancia de flora arvense—, a la reducción del
impacto ambiental —aumento de la energía potencialmente reciclable— y a la conservación de la
biodiversidad —densidad más alta de actividad de taxones beneficiosos para regular plagas, como
carábidos y estafilínidos», afirma David Navarro-Miró, miembro del grupo de investigación mencionado.
Es imprescindible re diseñar los sistemas hortícolas ecológicos y evaluar su sostenibilidad teniendo en
cuenta los indicadores agronómicos, ambientales y ecológicos de forma simultánea, apuntan los autores.
Solo así será viable mejorar su funcionamiento y reducir los impactos ambientales y sociales que
provocan.
«Por ejemplo, la dependencia del laboreo para gestionar la flora arvense —el principal factor que limita la
producción en los sistemas hortícolas ecológicos— afecta negativamente a la sostenibilidad de los
cultivos. El laboreo se caracteriza por un consumo elevado de combustible, favorece la degradación de la
materia orgánica y tiene un efecto negativo directo en los organismos del suelo que puede tener
consecuencias en el control biológico de plagas y enfermedades. Sin embargo, la adopción de una gestión
del suelo menos intensiva puede reducir el rendimiento y la calidad del cultivo comercial», destaca José
Manuel Blanco Moreno.
Potenciar cambios en la gestión de los sistemas agrícolas
Incorporar nuevas prácticas agroecológicas es un factor decisivo en este proceso para rediseñar
agrosistemas. Por eso, para facilitar la toma de decisiones, es necesario que el sector agrícola disponga de
buenos conocimientos científicos sobre las implicaciones agronómicas, ecológicas y ambientales de sus
prácticas. En este contexto, la investigación multidisciplinar coordinada a escala mundial se convierte en
el primer paso para promover cambios en la gestión de los sistemas agrícolas.
En este escenario de generación de nuevos conocimientos, «aún hay margen para mejorar la eficiencia del
roller crimper desde el punto de vista agronómico y ambiental, así como para facilitar una mayor
aceptación de esta técnica por parte del sector agrícola», concluye el equipo del Grupo de Investigación
de Ecología de los Sistemas Agrícolas-Agroecología.